lunes, 24 de febrero de 2014

Lo que no se dijo

Esas palabras que no se exteriorizaron son las que más pesan. 
Son fichas para las eternas apuestas de la suposición, son puertas para sueños o pesadillas que repican en lo más hondo del ser.

No son sólo pensamientos o sentimientos estancados, también son respuestas vacías, como cajones inútiles en el armario de los recuerdos.

Generalmente se tiende a aconsejar a pensar antes de hablar, pues bien habría que añadir, y no de manera sutil, sino por contrario con fosforescente, que también hay que pensar antes de no hablar.

Supongo que no es justo andar regalando sabios discursos o dulces letras (porqué no ambas), a quien no las sepa apreciar o quien no sea un interlocutor confiable... Pero tampoco es sano llevar ese ancla in eternum.


No se quien lea esto, pero si leíste hasta acá, te digo que esto que escribí es para vos y también para mi.