Dicen que la espera vale la pena cuando algo se desea mucho.
Pero por más que nos rebalsen las ansias, ¿ellas valen el
tiempo, las ganas enfrascadas
en pensamientos?
Generalmente la paciencia es directamente proporcional al
valor del tesoro que se busca, aunque a veces la desesperación, el cinismo o
incluso el aburrimiento pueden pesar más.
¿Hasta cuando es prudente, es sabio o es siquiera sano
seguir esperando?
Además, ¿de qué trata la espera?
Es una atadura mental a una utopía que no necesariamente es
el edén que necesitamos.
Las probabilidades pueden ser anclajes a un suplicio, las
conjeturas tratan de arrimar a una certeza que parece inalcanzable.
O quizás ésta sea la sala de estar para un festín que ofrece
la vida.
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